El desarrollo armónico e integral es un proceso complejo y de permanentes transformaciones cualitativas como cuantitativas que vive cada niño, niña y adolescente de manera particular gracias a su singularidad e interacción con las formas de comprender el mundo que le proporcionan los contextos en los que se encuentran inmersos, el mismo debe ser entendido en consonancia con la persona en sí misma y el ambiente en el que se encuentra. La familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de proteger al ser humano y en mayor medida al infante para garantizar su desarrollo armónico e integral asegurando el pleno ejercicio de sus derechos.

​

Sobre el derecho en mención, la Corte Constitucional ha establecido en reiteradas ocasiones que la protección integral y el interés superior de los niños, niñas y adolescentes (NNA) son consecuencias jurídicas de su calidad como sujetos de especial protección constitucional, pues el curso de la vida humana inicia con la infancia.

 

En palabras de la Corte, tal reconocimiento “(...) significa que la satisfacción de sus derechos e intereses, debe constituir el objetivo primario de toda actuación oficial o privada que les concierna”. Además, se dice que este derecho busca proveer las condiciones que necesita dicha población para convertirse en miembros autónomos de la sociedad.